A
montar en bicicleta
aprendí
siendo muy niño:
yo
daba vueltas y vueltas
por
lugares conocidos
con
el único deseo
de
guardar el equilibrio
sin
imaginar entonces
que
vivir era eso mismo
y
después de una caída
coger
de nuevo el tranquillo
yendo
y viniendo hasta el fin
pedaleando
a mi ritmo
en
las rectas y las curvas
en
los llanos y montículos
pues
vivir no es más que esto:
mantener
el equilibrio
entre
el esfuerzo y la inercia
sin
salirme del camino
Publicado en Letras Libres (México-España, diciembre, 2014) e incluido en Un vago escalofrío (Bogotá, 2015).