Verano a verano, de
noche y de día,
como un espejismo,
rueda por las
calles, y no por la vía,
el tren de los
niños.
Rueda que te rueda
con su algarabía
a ningún destino,
solo por el gusto
de una travesía
sin fin ni
principio.
Cada vez que pasa
por la vera mía,
adiós yo le digo
porque me contagia
toda su alegría,
dando un gran
pitido.
Ruedan que te
ruedan sin monotonía
sus tres
vagoncitos,
los que siempre
llevan en mi fantasía