Sillas
abandonadas,
una al lado de
otra, en la azotea,
de espalda a una
pared,
rojas sillas de
plástico,
algo descoloridas
por el sol.
Sillas propias de
bar,
una al lado de
otra, día y noche,
hechas ya a la
intemperie,
sillas aletargadas
de no sentarnos
casi nunca en ellas.
Viejas sillas, en
fin,
una al lado de
otra, como dos
soledades gemelas,
sillas en que
sentarnos
más a menudo por
acompañarlas.
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© R ACAL
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Publicado en Sibila, revista de arte, música y literatura, nº 44 (Sevilla, octubre de 2014) e incluido en Un vago escalofrío (Bogotá, 2015).