jueves, 12 de mayo de 2016

LA RATA

Seguramente las lluvias
torrenciales de estos días
la obligaron a salir
de cualquier alcantarilla.

El caso es que estaba allí,
arriba de la escalera
y se nos metió en la casa
en cuanto yo abrí la puerta.

Por el miedo y por el asco
que siempre dieron las ratas,
se apoderó de nosotros
el deseo de matarla.

En un cartón le pusimos
queso duro y pegamento,
pero como era tan gorda,
se despegó con esfuerzo.

Tampoco fueron bastantes
los ingenuos escobazos,
pues siempre se escabullía
por los rincones del patio.

Hartos de su resistencia
a estos ataques, le dimos
con la escopeta de plomos
a quemarropa dos tiros.

Rematada la faena,
tranquilos ya, estoy seguro
de que ella pasó más miedo
que todos nosotros juntos.

Publicado en Sibila, revista de arte, música y literatura, nº 44 (Sevilla, octubre de 2014) e incluido en Un vago escalofrío (Bogotá, 2015).