lunes, 25 de febrero de 2013

MANERAS DE VIVIR por Mario Rivero


En el temperamento poético de Francisco José Cruz hay el equilibrio entre una lucidez que todo lo registra, la claridad formal y la hondura de la reflexión. Es decir que, a pesar del tono contenido y atemperado del poema, subyace en él una reflexión profunda. Un discurrir poético sobre nuestra humana condición de tiempo. El hombre en marcha sobre la tierra, a quien el tiempo ha puesto por delante sus claros espejos, y que se detiene, y mira, y constata, y por eso le resulta «la muerte la forma más sencilla de que siga la vida», como él lo dice en uno de sus poemas.
      La pasión de escribir poesía, se muestra en Cruz siempre igual a la de vivir dentro de la lógica de su sensibilidad y su tradición. En el deseo de hacer vivir a su palabra, en una combinación de sutilezas y sencillez, sin desmesuras experimentales, ni rebuscamientos oscuros. Pequeños acontecimientos cotidianos de su vida, que al ser elaborados en poemas, remueven una común raíz del alma, algo del «otro» se conmueve, restableciéndose felizmente el vínculo entre el lector y el autor, en este ir de lo singular a lo general, y de lo coyuntural a lo permanente.
      Sin desatender el axioma que dice que en poesía nada puede ser explicado, se podría pensar que estas Maneras de vivir de Francisco José Cruz son sus «maneras de saber»: maneras de comprender y amar; participar, comprometerse y juzgar; construirse y reconocerse a la medida de los hombres y del mundo. Como alguien que entre sombras pone en orden el universo, en la tarea múltiple de vivir y de aprender la vida. Poesía, pues, lúcida y transparente, la que nos habla desde este libro, escrito con la aparente sencillez que caracteriza al verdadero poeta.

Prólogo a Maneras de vivir de Francisco José Cruz (Arango Editores, Bogotá, 2006).

viernes, 15 de febrero de 2013

CON HUMBERTO AK'ABAL EN CARMONA

9 de junio: lectura comentada
De izqda. a dcha.: Humberto Ak'abal, José Miguel Acal (concejal  de Cultura), Francisco José Cruz y Francisco Hidalgo (director de Olavide en Carmona).
Humberto Ak'abal lee y comenta sus poemas
De izqda. a dcha.: Francisco Hidalgo, Humberto Ak'abal, Chari Acal, Francisco José Cruz y José Miguel Acal.
10 de junio: charla-coloquio 
Literatura maya, del siglo XV al XXI
Humberto Ak'abal, Fran Cruz y Mª Ángeles Piñero (directora de la Biblioteca Municipal José María Requena)
Biblioteca Municipal José María Requena, Carmona, 9-10 de junio de 2008.

sábado, 9 de febrero de 2013

LA EXPERIENCIA ULTRAMARINA DE FRANCISCO JOSÉ CRUZ por Néstor Mendoza

¿Qué tan grande es el interés de la crítica española en torno al poeta sevillano Francisco José Cruz? De lo poco que llega a Venezuela no se puede dar una respuesta categórica: es una tela de criterios que solo cubre el pecho y deja las piernas al aire libre.
      Tomando de aquí y de allá, de lo aparecido en publicaciones locales y en internet, esa primera imagen se vuelve más nítida, con bordes mejor delineados. También es oportuno decir que casi todos esos bordes acercamientos críticos han sido trazados por escritores latinoamericanos. No es extraño este particular interés: desde hace tiempo, Cruz mantiene un rico intercambio con poetas de ultramar: edita sus obras, los invita y presenta sus libros en su natal Carmona. Igual sucede en el caso contrario: ha sido invitado a México y Venezuela, creándose un agasajo de lado y lado muy beneficioso. Cito un ejemplo: en la revista Palimpsesto, la cual dirige desde principios de los 90, han aparecido poemas de Pedro Lastra, Ramón Cote Baraibar, Carlos Germán Belli, Óscar Hahn, Humberto Ak'abal, Juan Manuel Roca, Antonio Deltoro y Fabio Morábito, incluyendo libros íntegros y antologías. También, la poesía venezolana ha tenido especial acogida: se pueden localizar, entre otros poetas, a José Barroeta, a Eugenio Montejo con Guitarra del horizonte, coplas de Sergio Sandoval, y Enriqueta Arvelo Larriva con su libro Caballo de fuego, recientemente editado en la colección de la revista.
      La poesía de Cruz, al menos en el perímetro venezolano, ha gozado de una vigorosa receptividad, vigorosa si se compara con la escasa divulgación de poetas venezolanos y españoles contemporáneos, entre una y otra orilla.
      Hace veintidós años, en una pequeña muestra de poesía española publicada por la revista Poesía, José Barroeta intentaba exponer el «presente literario que se nos muestra lejano o a veces inaccesible». Hoy, transcurrido todo ese tiempo, el paisaje no ha cambiado mucho y la distancia sigue expandiéndose: sólo las publicaciones electrónicas han logrado mitigar esta carencia. En ese contexto, la obra de Cruz ha sido la excepción. La revista Poesía, desde el año 2000 hasta la presente fecha, ha publicado entrevistas y una muestra parcial de su obra. Igualmente, en el 2007, la editorial El otro@el mismo de la Universidad de Los Andes editó Hasta el último hueso, poesía reunida 1998-2007; y, en el marco de la Bienal Mariano Picón Salas, ese mismo año, el poeta visitó la ciudad de Mérida para presentar esta publicación.
      Dentro de su país, ha publicado los poemarios Prehistoria de los ángeles (Premio Barro de Poesía, Sevilla, 1984), Bajo el velar del tiempo (1987), Maneras de vivir (I Premio Renacimiento de Poesía, Sevilla, 1998), A morir no se aprende (2003), Hasta el último hueso. Poemas reunidos 1998-2007 (Mérida, Venezuela, 2007), El espanto seguro (Sevilla, 2010) y Vía Crucis (plaquette, con ilustraciones de Manuela Bascón, Carmona, 2011).
      Francisco José Cruz es un poeta con una voz particular dentro de la actual poesía española. Su escritura precisa, rítmica y siempre atenta a la disposición del verso a lo largo del espacio sintetiza aquel viejo dilema, casi siempre antípoda, de la poesía: la autonomía del poema y la unidad temática del libro. El mismo autor lo define con estas palabras en una entrevista: «mi idea de libro no establece una interdependencia entre los poemas, sino una simple relación que no afecte a la individualidad de cada texto y le permita, primordialmente, ser él fuera del conjunto»*. Esto es posible precisarlo en su libro de mayor fuerza y alcance, Maneras de vivir (1998), el cual resume un trabajo minucioso. La configuración visual del verso, el empleo de la rima asonante y el recurso métrico refuerza la intensidad de sus poemas (ejemplo de ello son los poemas «El funambulista» y «Maneras de no ser»).
      Al hablar de la singularidad de su poesía aludo a un especial trato con la palabra, asociada a la experiencia y al conocimiento, y no a una demostración erudita. El poema, como se sabe, pertenece a una determinada tradición cultural, posee el peso de una historia colectiva e íntima que se manifiesta naturalmente en el texto. El poema no es, entonces, una excusa para demostrar que se tiene un vasto conocimiento teórico de la cultura. No interesa la erudición explícita: ese caudal debe fluir internamente, como un río que se desborda y solo dejar sentir un lejano eco, lo suficientemente fuerte para hacerse notar desde las entrañas. Así, como una metástasis que no da lugar al engaño. Desde adentro hervirá de experiencias, pero saldrá limpio, preciso y ponderado. La obra de Cruz no comparte esa inclinación excesivamente culturalista de algunos de sus paisanos. La exposición de motivos relacionados con la literatura, la historia y el arte universales (que a veces encubre solo una expresión «culta», estéril y poco genuina) no está entre sus predilecciones estéticas.
      Nietzsche escribió sobre el poder ancestral del ritmo, en el canto y en el verso: se cantaba para no olvidar gran poder mnemotécnico e invocar a los dioses. Se cantaba para seducir. Cantar, cantar, de eso se trataba. Pero el canto vacío, algunas veces, nunca logra madurar un buen poema. Ahora bien: ¿cómo inquieta la música a Francisco José Cruz? Algunos críticos han resaltado ese talante rítmico; entre ellos, el español Rafael Amilburu, quien expresa que «la poesía de Cruz late con un latido dulce, de ritmo impecable, que no hace duro el poema, sino armonioso»; mientras que el mexicano Fabio Morábito complementa esta cualidad expresando que «para Cruz, en efecto, la tradición poética es sobre todo un acervo vivo de ritmos y respiraciones, de sonoridades y de cadencias». Existe, entonces, una vocación del ritmo, del sonido meditado que recorre el poema. Francisco José Cruz, con su trabajo orfebre, paciente y meticuloso, reúne las credenciales suficientes para mostrarse sin miedo escénico, con la certeza que da el poema no tocado aún por el exceso retórico, la mueca o la frase sin asidero.


*Entrevista hecha por los poetas mexicanos Antonio Deltoro y Fabio Morábito, publicada en la revista Poesía (Departamento de Literatura de la Universidad de Carabobo, Valencia, Venezuela, 2002, p. 18).

Publicado en El Periodiquito (Maracay, Venezuela, 26 de enero de 2013).

sábado, 2 de febrero de 2013

EL POETA FRAN CRUZ EN EL I.E.S. LOSADA VILLASANTE por Eva Rueda


Chari y Fran en el  I.E.S. Losada Villasante
El pasado lunes 23 de abril, con motivo de la celebración del Día del Libro, nuestros alumnos de 4º tuvieron la suerte de recibir la visita de Fran Cruz, poeta afincado en Carmona y conocido internacionalmente no sólo por su obra poética, sino por su constante trabajo al frente de la Revista de creación Palimpsesto.
      Fran, que asistió acompañado de Chari, su inseparable esposa e incansable compañera de trabajo en Palimpsesto, nos habló de sus comienzos como creador y del significado de la Literatura en su vida, subrayando en todo momento la importancia de la formación académica y de la cultura: «Lo que de verdad integra es la cultura y el arte». Mencionó sus años de formación en la ONCE, y reconoció que su condición de poeta nació motivada tanto por el sufrimiento como por la calidad de la enseñanza que recibió. Empezó a escribir a los 17 años, buscando en la Literatura una vía de escape al sufrimiento que padecía; imitaba por entonces a los poetas que leía, sobre todo a Neruda, pero no se siente muy orgulloso de sus primeras obras. Desde entonces, su oficio de poeta le ha marcado; como poeta ha evolucionado de una manera personal, encontrando siempre en la poesía un «consuelo perdurable», un placer distinto a otros placeres: «Le debo lo que soy a la Literatura. No puedo imaginarme quién hubiera sido sin la poesía, me hubiera perdido muchas cosas».
      Fran nos leyó algunos de sus poemas y nos explicó cuestiones referentes a la forma, ritmo y métrica de los mismos (ha sido la mejor clase de Literatura que pudiéramos recibir). Creo no equivocarme al afirmar que los poemas que más gustaron a los alumnos fueron los dedicados a su hija Alicia (alumna de 4º), poemas que intentaban responder a preguntas que ella hacía de niña, por eso resultaron tan cercanos y entrañables.
      «La poesía nace del desconcierto», me advirtió Fran cuando comenté que, como no soy poeta, no encuentro la palabra certera con que dar una respuesta adecuada a las inquietudes de mis hijos.
      Los poetas tienen el precioso don, y a la vez la terrible tarea, de poner en palabras lo que para el común de los mortales nos resulta inefable. Fran Cruz nos regaló sus palabras que, al menos sobre mí, actuaron como un bálsamo después de una jornada de trabajo salpicada de sinsabores, igual que el «bálsamo de Fierabrás», como hubiera dicho D. Quijote.
      Al despedirse, Fran nos hizo otro regalo: ha dejado en nuestra Biblioteca algunas de sus obras, entre ellas su último libro, El espanto seguro; a partir de ahora están a disposición de todos nuestros lectores.


Con mi hija

Papá, ¿los niños también se mueren?
Creía que sólo se morían los viejos.
Si no me hago vieja,
¿me muero?
Yo no quiero morirme.
Y si no subo al cielo,
¿qué hago dormida en una caja
todo el tiempo?
Todo el tiempo voy a aburrirme.

Papi, cuéntame un cuento



«Papá, ¿cómo se sale del planeta?»

Y así de pronto no sé qué contestarle.
Le digo que, como la Tierra es redonda,
no puede salirse por ninguna parte.

Ella se calla. Pero no se conforma.
Le explico entonces que sólo en una nave
espacial podría atravesar la atmósfera.

Y se despreocupa, como si guardase
mi respuesta en la manga de la memoria
por si algún día tuviera que escaparse.



I.E.S. Manuel Losada Villasante, Carmona, 23 de abril de 2012.