sábado, 1 de junio de 2013

PALIMPSESTO 28. Recital de AMANCIO PRADA

Francisco Hidalgo (director de Olavide en Carmona), Francisco José Cruz, Chari Acal y María Ávila (coordinadora general de El Colegio de América). © Fernando Romero
© Rosario Acal
Francisco José Cruz y Ramón Gavira (delegado de Cultura, Turismo y Patrimonio) 
© Fernando Romero

PALIMPSESTO 28
© Fernando Romero
A veces damos por hecho cosas que los demás no tienen por qué darlas y, sin embargo, es justo y necesario que las sepan. Una de ellas es que Palimpsesto en sus veintitrés años de existencia debe, sin asomo de duda, tanto su elaboración como sus contenidos, a la tarea común, inseparable, de Chari y mía. De modo que, aunque sea yo quien se dirija a ustedes, estas palabras son también suyas.          
      El nº 28 de Palimpsesto que ahora les presentamos persevera en el propósito de prestar oído a las voces poéticas del ámbito hispánico y otras lenguas del mundo, sin dejarnos llevar por prejuicios, modas o tendencias estéticas determinadas. Consecuentes con la filosofía de la revista, en estas páginas se reúnen poetas de diversos países, índole y edad, cuyas obras, a nuestro modesto entender, merecen ser atendidas por un motivo u otro, sobre todo las de aquellos autores menos difundidos en España, pese a la larga y personal trayectoria de algunos de ellos.       
      Así, de entre los colaboradores, destacamos, por la relevancia de su figura y el estrecho trato con Palimpsesto –él dio incluso una lectura en Carmona hace dos años– a Manuel Díaz Martínez, poeta cubano, exiliado en Las Palmas de Gran Canaria, de quien publicamos, además de varios poemas, una extensa entrevista en la que aborda con entrañable sensatez sus vicisitudes vitales e ideas creadoras más significativas, como su creciente e inflexible conciencia crítica de los regímenes totalitarios –sean del color que sean–, la importancia de la técnica artesanal en la escritura poética, sus temas y tonos recurrentes o el fecundo influjo de la poesía española en la suya.
      Si Díaz Martínez abre el número, lo cierra el poeta guatemalteco Humberto Ak’abal, quien también ha leído en un par de ocasiones en nuestra ciudad. Al hilo del reciente cambio de era maya, Ak’abal nos escribe ahora sendos textos en verso y prosa sobre los acuciantes problemas de supervivencia de su cultura en un mundo tan convulso y, por ende, el abandono creativo en que se encuentra el k’iche’, su lengua materna, pese al reconocimiento internacional de su propia obra.
      Son también dignas de mención las autoras Circe Maia y Susana Benet. De la primera, nacida en Uruguay en 1932, el poeta asturiano Jordi Doce ha preparado una breve muestra de sus sobrios y lúcidos poemas, precedida de una pulcra introducción crítica. La segunda, nacida en Valencia en 1950, es una tardía y delicadísima hacedora de haikus, esa inasible forma de poesía japonesa. De ella publicamos treinta y dos poemitas de este género, tan exacto en su sencillez que uno se pregunta, dada su inmediata belleza, cómo no existieron antes. A ellos se suman unas reflexiones de la propia Benet sobre su descubrimiento del haiku y su exclusivo cultivo. Ambas mujeres, Circe Maia y Susana Benet, aun teniendo concepciones estéticas muy distintas, comparten su interés por el ámbito doméstico y la contemplación detallista de los fenómenos naturales.
      Esta cierta afinidad las acerca de alguna manera a Karl Blossfeldt (1865-1932), fotógrafo alemán con cuyas imágenes nuestra diseñadora, Carmen Herrera, ha ilustrado este número. Sus fotografías, sobredimensionadas, plasman, desde múltiples puntos de vista, una ingente variedad de plantas vivas que Blossfeldt empleó en sus clases de dibujo antes de que el destino las considerase obras maestras de la nueva objetividad artística.
      El número se completa con los sugerentes e íntimos versos, a modo de estampas cotidianas, del colombiano Rubén Darío Lotero; el vigor imaginativo del peruano Miguel Ángel Zapata, los tiernos poemas a sus hijos del joven riojano Paulino Lorenzo y los nostálgicos e introspectivos de su paisano Juan Manuel González Zapatero.
      El libro de la colección Palimpsesto está dedicado al maestro ecuatoriano Manuel Zabala Ruiz, nacido en 1928, cuya poesía empieza a ser reconocida en estos últimos años, de modo que este volumen es el primero que se edita de él fuera de su país. Biografía humilde, así titulado, recoge la mitad de su parca y rigurosa creación poética. El prólogo, a cargo del poeta y compatriota suyo, Xavier Oquendo Troncoso, expone las singularidades de este mundo poético, en el que las formas clásicas de la tradición española, algunas en desuso, se alían a la brillantez metafórica y a un tono, a la vez humorístico y compasivo, que renueva nuestras esperanzas en el ser humano. Quizá esta heterodoxa amalgama de elementos justifique su marginalidad por tanto tiempo y lo convierta, paradójicamente, en un ejemplo sin par del encuentro de la España de ayer con la América de hoy.
F.J.C.
© Mª Gracia Carrera


© Mª Gracia Carrera
Amancio Prada, juglar exquisito
por Francisco José Cruz
 
© Rosario Acal
Pocos músicos, como Amancio Prada, han hecho de la poesía el corazón de sus creaciones musicales, con una trayectoria tan sostenida y coherente. La revista Palimpsesto reconoce hoy con su presencia la excelencia de su arte y su fidelidad a los poetas.       
      Recuerdo que el primer concierto al que asistí de Amancio Prada, ya en mi lejana juventud, se celebró en el Patio de las Monterías del Real Alcázar de Sevilla, noble lugar de nuestro patrimonio histórico, como lo es, sin duda, este convento de Santa Clara, en Carmona, modelo arquitectónico, por cierto, para algunos macroconventos americanos. La amplitud de miras de Amancio Prada es realmente abarcadora. Su rico repertorio nos lleva de los romances anónimos medievales a los sonetos del amor oscuro de Federico García Lorca, del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz a los Cantares gallegos de Rosalía de Castro, pasando por las Coplas de Jorge Manrique e incluso temas propios. Poetas que, aunque distantes en el tiempo, se hacen contemporáneos en su voz, voz desnuda hasta la transparencia misma, en la que sentimos depurarse una inmemorial tradición lírica, cuyos versos, ligados a una melodía, ya nacieron hechos canciones. A diferencia de los antiguos aedos o trovadores, casi todos los poemas cantados por Amancio Prada surgieron del silencio de la escritura, ajenos a la cítara o a la guitarra. Sin embargo, su refinado espíritu selectivo y sus indelebles cualidades compositivas lo hacen ser fiel tanto a los textos como a su propio estilo, al punto de crearnos la ilusión de que los poemas que vamos a oír esta noche fueron originados en el canto, tan íntima y necesaria resulta la compenetración entre música y letra. Esta impresión se acentúa más si cabe cuando escuchamos en la voz de Amancio Prada algún poema que no habíamos leído antes, como me ocurrió en mi adolescencia con el Cántico Espiritual, cuya lectura no puedo disociar desde entonces de su disco de vinilo, que tantas veces me reconfortó. Acorde con estos sentimientos, termino haciendo mías las emocionantes palabras que el porquerizo Eumeo pronuncia sobre Ulises en el canto xvii de La Odisea: «Como cuando uno contempla a un aedo que, inspirado por los dioses, canta sus palabras que seducen a las gentes, y se siente el ansia de escucharlo sin fin mientras canta, así él me tenía encantado mientras estuvo en mi cabaña». Con ustedes, este juglar exquisito, Amancio Prada.
© Rosario Acal
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© Mª Gracia Carrera
© Fernando Romero
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Amancio Prada interpreta a cappella el Romance del Enamorado y la Muerte© Rosario Acal
© Fernando Romero
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Restaurante Tabanco. Carmen Herrera (diseñadora de PALIMPSESTO) conversa, tras el concierto, con Amancio Prada© Fernando Romero

VIDEOS:
Palimpsesto 28. Recital completo de Amancio Prada
©Televisión Carmona

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Algunas palabras sobre San Juan de la Cruz y su Cántico Espiritual
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«Salutación elegíaca a Rosalía de Castro» de Federico García Lorca,
cantada por Amancio Prada
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Amancio Prada canta un poema de Chicho Sánchez Ferlosio, con un jugoso comentario introductorio
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«Romance del Enamorado y la Muerte» 
cantado a cappella 
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Claustro del Convento de Santa Clara, Carmona, 24 de mayo de 2013.