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Un recital de El
Taller de los Juglares sobre poemas de Francisco José Cruz
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El tallador y el minero
Los dos hombres de letras que más
nos ha impactado conocer son el irremplazable Eugenio Montejo (eso ocurrió en
abril o mayo de 2004) y el poeta español Francisco José Cruz, a quien tuvimos
el privilegio de ser presentados el 19 de octubre de 2013, por iniciativa y
gentileza de Aymara Montejo (ese día Eugenio hubiese cumplido 75 años). La obra
de ambos ha sido de las fuentes de inspiración más motivadoras y obsesionantes
que hemos experimentado durante nuestra vida profesional: el inimitable Chamario de Montejo nos obligó a revisar
y a ajustar prácticamente todos los conceptos que hasta hace poco manejábamos
sobre música para la infancia. Interpretarlo (frente a niños o frente adultos)
es uno de los placeres/retos más gratificantes de nuestra vocación y la obra
sigue haciéndonos reflexionar sobre muchos aspectos del arte: difícilmente se
publicará otro poemario infantil como Chamario,
salvo, quizás, su hermano inédito, Rimario.
Las horas que pasamos frente a Fran Cruz
y su esposa, Chari Acal, nos dejaron atónitos: la intensidad con la que este
hombre vive su proceso creador, sus afectos y sus creencias es algo que supera
con creces la innata calidez andaluza y le otorga una luminosidad y una visión
del todo apabullantes. Esa misma noche (y cada uno por separado) supimos que
los poemas de Francisco José Cruz serían el punto de partida para un reto de
creación a futuro, el cual no tardó en manifestarse, sin siquiera preguntarnos
sobre si estábamos listos o no para acometerlo.
A Montejo lo vemos como el tallador de
diamantes consumado, cuya sabiduría, precisión y refinamiento literario hacen
de cada verso una clase magistral, un imposible, una gema. A Cruz lo concebimos
como el minero que no tiene el mínimo reparo en cernir y cernir el lodo, en la
certeza de que allí, en la esencia misma de la tierra, yace la vida, yace la
muerte, yace la palabra, yace el oro literario. Musicalizar poemas de El espanto seguro y de Maneras de vivir ha
implicado recurrir a las viejas herramientas de los compositores del temprano
barroco, para quienes los affettis
(emociones) debían ser retratados, desde el punto de vista musical, con la
mayor precisión, inclusive crudeza, si la expresión así lo demandaba. Si los
versos de Fran Cruz sacuden profundamente al lector desde la página, queremos
que lo sacudan aún más desde la partitura, desde la garganta del cantor, desde
la tarraja de la guitarra, desde las extremidades de la bailarina, desde el
escenario.
El Taller de
los Juglares
Andrés Barrios y
Bartolomé Díaz
Febrero de
2014
VÍDEO:
Andrés Barrios
/ Voz y melodías
Valdemar Capriles / Clarinete
Valdemar Capriles / Clarinete
Bartolomé Díaz
/ Guitarra, armonización, transcripción y
dirección musical
Arais Vigil
/ Coreografía y movimientos
Poemas de Francisco José Cruz, sacados de Maneras de vivir (1998) y El espanto seguro (2010)
Poemas de Francisco José Cruz, sacados de Maneras de vivir (1998) y El espanto seguro (2010)
A modo de invocación y despedida se recitan dos coplas
de Sergio Sandoval
(heterónimo de Eugenio Montejo), sacadas de su libro Guitarra del horizonte (1991)
Música adicional: Instrucción de música sobre la
guitarra española (1674) de Gaspar Sanz
Guitarra: Javier Cayuela c.1970
Restauración de la guitarra: Luis Felipe Santos, 2014
Decoración de la guitarra: Andrés Barrios
Vestuario: Arais Vigil
José María Casas / Toma digital de audio
Chari Acal / Montaje audiovisual
Chari Acal / Montaje audiovisual
*
La guitarra está en el árbol,
no ha nacido todavía,
pero cuando sopla el viento
se escucha su melodía.
*
TIENTO
DE LUZ Y SOMBRAS
PETICIÓN
Habla un poquito conmigo que
después
de muertos ya no podremos hablar.
De Juan Ramón a Zenobia
Habla un
poquito conmigo,
dime lo que se
te ocurra,
que el
silencio es transparente cuando la muerte nos busca.
La corriente
del destino fluye por nosotros súbita:
frenemos los
dos el tiempo
con nuestras
voces muy juntas.
Hablemos
aunque no hablemos.
Entrémonos en
la duda
de estar vivos
o estar muertos y no callaremos nunca.
FANTASÍA
PARA MI HIJA
Sucede que me canso de ser hombre
Pablo
Neruda
Me subo al columpio
me
agarro me impulso
con ritmo con fuerza
no
siento vergüenza
de estar entre niños
pues
soy ya otro niño
pero sin querer
a
cada vaivén
me olvido de mí
y
aunque sigo aquí
ya ocupa mi sitio
el
último simio
que hace miles de años
se
bajó del árbol
del árbol sin frutos
donde
me columpio
con ritmo con fuerza
no
siento vergüenza
de estar entre monos
pues
soy ya otro mono
que no va a poner
en
tierra los pies
A UNA
TORTUGA
Nunca se sabe
de entre qué piedras
del jardín sales,
pero pareces
piedra sonámbula cuando te
mueves.
Cuando te cojo
me vienen ganas
de echarte a un pozo
y que resuenes
como una piedra por sus paredes.
Huyes de mí
cuando te suelto
en el jardín:
verte y no verte,
piedra entre piedras, dónde te
pierdes.
EL
PEREZOSO
Es una
criatura insólita, cuyo pelaje ha sido colonizado por las algas, que pende
colgado de una rama como un gigantesco fruto y que se deja despedazar en vivo
por una harpía antes de que sus uñas en forma de garfios abandonen el sólido
asidero al que permanecía suspendido.
F. Rodríguez de la Fuente
Colgado de
cualquier rama
se deja el
cuerpo
confundido con
el bosque
o sus
reflejos.
Duerme casi
todo el día.
Quizá por esto
ya no sepa
distinguir
vigilia y
sueño.
Acaso de esta manera
cumpla el
proceso
que va de
sentir su carne
a olvidarla
por completo.
Y así consiga
ignorar,
para siempre,
si está vivo
o si está
muerto,
antes que lo
despedace
una harpía
por ejemplo.
LA
MECEDORA
Siempre dice que sí la mecedora
se siente
quien se siente a cualquier hora
del día o de la noche siempre
espera
con los
brazos abiertos de madera
Tiene ritmo de rama contra el
viento
ritmo
ancestral que es puro asentimiento
y ya esté ocupada o desocupada
no deja de
mecerse ensimismada
Se siente quien se siente a
cualquier hora
siempre dice
que sí la mecedora
UNA
MANCHA
Sobre la montera translúcida
del patio hay un gorrión muerto.
Allí lleva varias semanas,
expuesto al sol, al agua, al
viento.
Visto desde abajo es tan solo
una mancha en lugar de un cuerpo:
la mancha que será algún día,
cuando no le quede ni un hueso.
PLATO
DE PORCELANA
Plato de porcelana,
cómo te resbalaste
de pronto de mis manos.
Al irte contra el suelo,
irremediablemente,
te hiciste mil pedazos,
que yo barrí con lástima
y con lástima eché
a la basura, claro.
Plato ya con los bordes
desconchados,
en ti he comido yo
desde niña y también
mi hija casi a diario,
sin que me diera cuenta
de que a estas alturas
vivías de milagro.
Plato de porcelana,
de la vieja vajilla
de la abuela, mis manos
de pronto han hecho añicos
tus cien años.
CANCIÓN
DE SEPULTURA
Púdrete, amor mío,
que no hay más remedio,
púdrete sin mí,
que aún no me he muerto.
Púdrete, púdrete
dentro de tu sueño,
púdrete aunque yo
sin ti ya no duermo.
Púdrete, amor mío,
que no hay más remedio,
púdrete, púdrete
hasta el último hueso.
CON
LA MOSCA DETRÁS DE LA OREJA
Ya tengo la mosca
detrás de la oreja
la misma de siempre
que zumba y me inquieta
que zumba y me pone
más y más alerta
antes de que un ala
me roce siquiera
Mosca rondadora
solo si se piensa
solo si se teme
conforme se acerca
sin que a estas alturas
de mi edad yo pueda
con un movimiento
simple de cabeza
al fin espantarla
Mosca cojonera
porque siempre vuelve
incordiante y terca
para recordarme
que es ella la eterna
la única mosca
detrás de la oreja
EN
DEFENSA DEL TIEMPO
No siempre tiene la culpa
el tiempo de que la muerte
se salga al fin con la suya.
A la muerte le da igual
que estemos casi empezando
o a punto de terminar.
Cuerda larga y sin clavija
que suenas de monte a monte,
¡quién te tocara algún día,
guitarra del horizonte!
Universidad Metropolitana de Caracas, 30 de mayo de 2014