Rumiantes y fieras persevera y amplía a la vez los temas y tonos
más propios de la poesía de Antonio Deltoro. Ya el binomio del título, formado
por términos hasta cierto punto opuestos, anuncia un conflictivo juego de
contradicciones que afecta a todos los niveles de la existencia, tanto físicos
como morales. Así, este conjunto de poemas, sin dejar de ser fiel a la compleja
intimidad de su autor, oscila entre el microcosmo y el macrocosmo, el mundo
doméstico y el salvaje, el abandono de un contemplativo y la actitud incisiva
de un penetrante observador, la apariencia inofensiva y la implacable realidad
de la naturaleza, en cuya vertiginosa cadena de vidas y de muertes, todos los
seres ―por ínfimos o enormes que sean― resultan víctimas y verdugos de alguien.
Ante este inevitable panorama, los
fluctuantes versos de arte menor ―con su agilidad escurridiza, donde rasgos
líricos se unen a los narrativos, la imagen a la anécdota― favorecen la visión
dinámica, abierta e inconformista de esta poesía, que siempre trata de ponerse
en el lugar del otro, de lo otro, lo animado y lo inanimado, a veces para
humanizarlos, a veces para deshumanizarse.
Antonio
Deltoro, que «quisiera fundar una religión de agradecidos», reconcilia en su
espirítu creador la cordialidad machadiana y la abismada lucidez de Octavio Paz,
hasta componer una de las obras más hondas y personales de las últimas décadas.
FRANCISCO JOSÉ CRUZ
Texto de contraportada a Rumiantes y fieras de Antonio Deltoro (Editorial Era, México, 2017)