Esta sostenida relación poética y humana,
refrendada por un indesmayable intercambio epistolar, ahondó nuestro mutuo
afecto, solo interrumpido por su fulminante e inesperada muerte. Nuestro
entrañable trato de casi veinte años me reveló a un hombre cordial, afable,
siempre atento, pudoroso y comunicativo a la vez, que, fuera de sus textos,
nunca aireó la intimidad de su enorme sufrimiento.
Quizá la sincera y alta consideración que
Chari y yo mostramos por su figura de poeta, al margen de cualquier interés
étnico, lo predispuso a confiarnos con frecuencia escritos inéditos y a
solicitarme en dos ocasiones un prólogo a obras suyas, la última de las cuales,
editada ya póstumamente, aunque él llegó a tiempo de darle el visto bueno, es No
permitan que el ayer se vaya lejos, una antología poética, recién aparecida
en la Universidad Javeriana de Bogotá.
Esta misma confianza en Chari y en mí la
prolonga con extrema generosidad su viuda, Nicole Mayulí Bieri, poniendo en
nuestras manos tres archivos en castellano, conteniendo El sueño de ser
poeta, conjunto de textos autobiográficos, tan estremecedores como
reconfortantes, que solo necesitaba una definitiva revisión para darlo por
concluido. Así pues, con el doble propósito de complacer a Mayulí y de
favorecer la memoria de nuestro amigo, nos entregamos gustosos a la exhaustiva
tarea de unificar la puntuación, enmendar discordancias sintácticas y suprimir
frases reiterativas o confusas. Además de estos abundantes reajustes menores,
hemos incluido en esta edición, por su pertinente interés, los artículos “Mi
padre” y “Los papeles” (procedentes de la carpeta titulada “Proyectos para el
sueño”) y las ponencias “Oralitura” y “Onomatopoesía”, que Ak’abal, a
instancias nuestras, departió en el ya mencionado II Encuentro, Sevilla Casa
de los Poetas, y que hemos recogido de “Respuestas. Libro en proceso”,
nombre de otro de los archivos anteriores al que tomamos como base de este
volumen. De aquel mismo archivo hemos también rescatado extensos fragmentos
para insertarlos en “Tímido” que, dada sus coincidencias temáticas, sin
desviarse un ápice, enriquecen el planteamiento central del texto. Estamos
convencidos de que Humberto, tan receptivo siempre a nuestras sugerencias,
habría aprobado de buen grado estas decisiones.
Pese a las modificaciones referidas,
hemos mantenido la división en partes del libro y tampoco hemos alterado en
ningún caso, ni el espíritu ni las formas del discurso del autor, cuya
naturalidad expresiva, fiel al habla común, alterna –con la habilidad de un
consumado narrador oral, sin pretensiones estilísticas– anécdotas y
pensamientos, justificando así el exacto subtítulo de Intimidades y
reflexiones.
De este ramillete de ensayos, hay
inéditos de gran importancia para la comprensión a fondo de la trayectoria
humana y literaria de nuestro poeta –como “Despertar” o el que presta su título
a este libro– y otros ya publicados en periódicos y revistas de ambos lados del
Atlántico, algunos de los cuales son ampliaciones o refundiciones de escritos
anteriores, como, por ejemplo, “Entre el maya k’iche’ y el castellano”, cuyo
origen radica en “Una poesía de confluencia”, prólogo que yo mismo le encargué,
en calidad de asesor literario de la Biblioteca Sibila, para su poemario Las
palabras crecen. Casi todos ellos llevan un epígrafe, a veces dos, a modo
de cita, que ya adelanta los temas y nos avisa de las exigencias lectoras de Ak’abal,
además de reforzar su pensamiento sobre diversas cuestiones.
Mediante una audaz combinación de sucesos
e ideas, se desarrollan las líneas argumentales del libro que, al entrecruzarse
y reincidir en textos distintos, van tejiendo el coherente tapiz de una vida
que, salvo su denodado esfuerzo, lo tuvo todo en contra para ser el escritor
que aplaudimos hoy. Así pues, esta veintena de ensayos nos da la más acabada
imagen de Humberto Ak’abal. En unos predominan las experiencias personales y en
otros, las artísticas. Pero en todos, en mayor o menor medida, aflora la
esperanza o la condescendencia por encima de miedos, inseguridades e
indecisiones que atenazaron al poeta en su infancia y juventud. De ahí que
confiese, a pesar de tanto dolor, que “me siento agradecido por la vida
difícil”.
El sueño de ser poeta es, ante
todo, una defensa a ultranza de los libros, de su benéfico poder de
transformación y, por ende, de la poesía misma. Ak’abal nos cuenta con
abrumadora honestidad, desde diversas situaciones, cómo la lectura y,
posteriormente, la escritura, pese a la pobreza en que vivió de niño y las
terribles adversidades padecidas por su condición de indígena, lo salvaron de
la ignorancia. Inmersos en esta sociedad ultra tecnológica, donde la propaganda
y el divertimento influyen mucho más que la educación, conmueve comprobar el
decisivo e irreversible efecto que provocaron en Ak’abal sus pocos años de
escuela, a la que sus mayores eran reacios por el temor de que lo alejaran de
sus creencias y costumbres ancestrales. Los seis cursos de primaria le abrieron
una puerta que ya nunca se cerraría, a través de la cual pasó de un mundo
ágrafo a otro escrito, lleno de irresistibles estímulos, entre ellos el
aprendizaje del castellano, que lo puso en contacto con las culturas de todos
los tiempos y, a la larga, tras un arduo periplo intelectual, lo devolvió a su
lengua materna con plena conciencia de su significado y posibilidades
creadoras. Lejos de ser un poeta meramente intuitivo como podría suponerse por
la sencillez emotiva de sus versos y su falta de estudios académicos, Ak’abal
demuestra en estas páginas su profundo conocimiento del oficio, capaz de
meditar, de manera genuina, tanto sobre sus propios procedimientos compositivos
como sobre el arte de la poesía en general. En este orden de cosas, la lucidez
de nuestro poeta no le impide reconocer que, sin el dominio del castellano –en
el que practicó sus primeras tentativas poéticas, con rima y métrica clásicas
incluidas–, no hubiera logrado recrear en k’iche’ los mitos y tradiciones de su
pueblo con los que su mundo interior se identifica. De ahí que sus poemas los
piense en cualquiera de las dos lenguas y que, en un momento dado, ambas, según
sus palabras, “se funden en mí, alimentándose una a la otra” hasta hacer de él
“un poeta de confluencia”, gracias a este íntimo entrevero idiomático.
Hombre de cultura mixta, como así mismo
se califica, Ak’abal, en este libro, a veces parece dirigirse, ante todo, a
quienes no pertenecemos a su etnia para enseñarnos aspectos espirituales o
lingüísticos de ella, y otras parece insistir a los suyos en la necesidad de
cultivarse con el fin de salir de la marginación en que muchos aún se hayan
confinados, recuperando, a la par, el conocimiento de sus tradiciones autóctonas,
pues “no se puede ser nadie todo el tiempo”.
Gracias al milagro de los libros, los
ajenos y los propios, Humberto Ak’abal es hoy un extraordinario ejemplo de
superación y una figura imprescindible en la que se reconcilian la América
precolombina y la América hispana, haciendo realidad, con creces, su sueño de
ser poeta.
FRANCISCO JOSÉ CRUZ
Carmona, octubre de 2019
Prólogo a El sueño de ser poeta de Humberto Ak'abal (Ed. Piedra Santa, Guatemala, 2020)