Palabras de Francisco José Cruz, al recibir, de manos de Juan Ávila, alcalde del Excmo Ayuntamiento de Carmona, el reconocimiento "por su contribución a la Cultura y la Poesía, y por su brillante labor editorial y de creación literaria". Acto celebrado en el Teatro Cerezo, Día de Andalucía, el 28 de febrero de 2021.
Como
comprenderán, me siento realmente conmovido. Mi profunda gratitud a Juan Ávila
y todo su equipo por esta distinción, tan generosa como inesperada, que mucho
me honra. Me reconforta pensar que, en el fondo, es también un reconocimiento a
la poesía misma, al arte inmemorial de hacer versos, que nació con la voz
humana, unida al canto, a través de la plegaria y la celebración.
Es verdad que la poesía nos acompaña
desde hace milenios, pero su voz es casi inaudible en nuestra época, época
ruidosa, frenética y desdeñosa de la intimidad. Por esto aprecio tanto el
decidido respaldo del actual gobierno municipal, pese a las difíciles
condiciones de hoy, a Palimpsesto, revista que Chari, mi mujer, y yo dirigimos
desde 1990 para traer a Carmona la poesía del mundo y llevar nuestra
pentamilenaria ciudad a círculos literarios internacionales. Yo mismo he tenido
la gratísima experiencia de hablar de Carmona en mis lecturas por España e
Hispanoamérica.
He tenido también la fortuna, en todas
las etapas de mi vida, de contar a mi lado con personas que han reforzado y
estimulado mi vocación poética, entre ellas, mi madre que, sin ser aficionada a
la lectura y menos aún a la poesía, me leyó cuanto necesitaba el febril adolescente
que yo era. Su abnegación ha desarrollado en mí una responsabilidad, una
exigencia y una autenticidad absolutas en el ejercicio de la poesía. Pero hasta
que no conocí a Chari, no descubrí mi visión de las cosas ni mi propia manera
de expresarla. Sin ella, yo no hubiera sido el poeta que soy. Juntos hemos
creado un mundo propio, al servicio de la poesía, que nos realiza plenamente.
La poesía nuestra y la de los demás. De ahí la importancia decisiva de
Palimpsesto en mi madurez de poeta y de lector.
Suelo repetir que un poema auténtico nos da plena conciencia de nuestra fragilidad humana, a la vez que nos alivia de ella, gracias a su belleza. Como llevo mucho más tiempo viviendo en Carmona que en Alcalá del Río, mi pueblo natal, casi todos los poemas con los que me identifico y me representan los he pensado y compuesto aquí. Por esto, no creo mejor modo de despedirme de ustedes y reiterar mi gratitud a nuestro alcalde que recitarles un romance de amor que habla también del paso del tiempo, en concreto de la imposibilidad de volver atrás. La casa a la que aluden los versos es la casa de la Plazuela san Mateo, donde nació Chari y vivió hasta los 14 años con sus padres y hermanos, junto a sus abuelos, primos y tíos. En nuestros paseos por el casco antiguo, a veces pasamos por delante de esta casa, que ya no pertenece a la familia, y Chari no puede reprimir un asomo de congoja. Así que yo escribí el poema con la intención de consolarla. Pero, aunque el romance es de ella, esta vez se lo voy a dedicar a nuestra hija Alicia, flamante periodista, a quien yo le enseñé, cuando era muy chiquitita, a contar las sílabas de un verso.
No llames a la puerta
No llames a
la puerta,
contempla sin
angustia la fachada
que ahora
tienes delante
y no la de tu
infancia,
cuyo alegre
balcón han convertido
en estas dos
ventanas.
No llames a
la puerta,
que la niña
que fuiste no te aguarda
entre estos
viejos muros
como dócil
fantasma,
sino dentro
de ti cuando se asoma
a tus ojos
con lástima.
No llames a
la puerta,
quédate para
siempre con las ganas
de saber
quiénes viven
y cómo está
la casa
donde viniste
al mundo y te criaste
para que yo
te amara.
No llames, amor mío,
sigamos calle abajo nuestra marcha.
Francisco José Cruz
Fran y Chari junto a Juan Ávila, alcalde de Carmona |