…en Carmona, 10 de enero de 2010.
Aquí todos me reciben
jubilosos, sorprendidos.
Se ve que no me esperaban
a pesar de tanto frío.
Como hace ya que no vengo
algo más de medio siglo,
por primera vez me tocan
los jóvenes y los niños.
Me tocan y hasta me cogen,
sin saber qué hacer conmigo
sino muñecos y bolas,
que se lanzan entre gritos.
Yo me dejo, qué remedio,
cambiar de forma a capricho,
como si en verdad yo fuera
sólo el fantasma del frío.
Me iré antes de que descubran
el estorbo y el peligro
que, a la larga, mi presencia
provoca en todos los sitios.
Sí, me iré en cuanto la lluvia
mude mi cuerpo en un río,
y los muñecos y bolas
sean, si acaso, un espejismo.
Publicado en Sibila, revista de arte, música y literatura, nº 35 (Sevilla, enero de 2011).